¿Volverte expert@ en tu propia salud? - Diabetes Bien

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¿Volverte expert@ en tu propia salud?

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Desde que somos muy pequeños, socialmente se nos enseña – en las escuelas, las familias, amigos, etc. – a desconectarnos de nuestra intuición ancestral, nuestra sabiduría propia, y poner siempre la atención “allá afuera”. Nos enseñan a que el foco esté siempre puesto afuera, en hacer “lo que me digan”, o seguir siempre consejos de expertos sin analizar si son adecuados o no, o pensar sólo en “las cosas que nos suceden” y no en cómo reaccionamos a lo que nos sucede. Y si bien es muy valioso aprender de expertos y profesionales que se dedican a estudiar e innovar en muchos temas, y la ciencia debe ser bien valorizada, ¡es igual de importante que aprendamos a escucharnos a nosotros mismos!… Y a entender, concientizar e interpretar las señales que nos da nuestro propio cuerpo, emociones, intuición, o señales físicas y fisiológicas que nos indican siempre algo.

Y aunque mucha de esta enseñanza social pudo haber sido hecha con buenas intenciones por parte de nuestros padres o profesores, para enseñarnos supuestamente “a adaptarnos bien al mundo”, lo cierto es que nuestro mundo sigue estando enfermo en muchos aspectos: no sólo en salud física sino afectiva, psicosocial y emocional, por lo que estar “bien adaptado a él” no necesariamente se traduce en bienestar real.

En el tema de la salud, todo esto se traduce fuertemente en una indefensión aprendida, especialmente cuando se vive con una condición crónica como lo es la diabetes. Esta indefensión significa poner el 100% de nuestra salud y bienestar en manos de profesionales que, por más que puedan tener la mejor intención de realizar un buen trabajo (y sabemos que no es así en todos los casos); no necesariamente están bien actualizados, pero sobre todo no tienen como interés prioritario nuestro bienestar, pues el bienestar y la salud integral sólo puede ser prioridad de cada uno. Por lo tanto, es imperativo entender que si queremos alcanzar realmente un bienestar holístico, en salud tanto física como emocional, afectiva y psicosocial, es responsabilidad de cada uno de nosotros el reconectar con nosotros mismos, re-aprender paradigmas, aprender a escucharnos y volvernos expertos en nuestra propia salud.

Por ello ahora algunos expertos comienzan a hablar de la alimentación intuitiva; de cómo en el tema de nuestra alimentación – ¡pilar fundamental de nuestra salud!! – es crucial que aprendamos a escuchar a nuestro cuerpo y reconectar para el verdadero bienestar. Esta reconexión es todo un proceso de aprendizaje, que sucede poco a poco y que no podemos esperar hacer de la noche a la mañana. En especial en el contexto en que vivimos, donde existe tanta desinformación, mitos, marketing, y además, alimentos inventados en laboratorios, diseñados para ser adictivos. Por ello se vuelve importante aprender a distinguir por ejemplo entre la adicción que nos puede generar un producto ultraprocesado y ultrapalatable (como dulces o bollería industrial), y aprender a diferenciar esa adicción y ese placer momentáneo, de las sensaciones de verdadero bienestar que tenemos cuando nos alimentamos de forma adecuada: energía, buen ánimo, digestión saludable, sistema inmune funcionando óptimamente, sueño reparador, etc.

Las emociones por supuesto juegan un papel fundamental en todo esto. El proceso de re-conectar también involucra aprender a escuchar nuestras emociones: ¿de dónde vienen? ¿Qué nos enseñan? ¿Qué miedos o creencias aprendidas y limitantes, nos toca re-aprender o re-interpretar?… Otro aspecto de la psicología del que ya hablaba incluso Freud, pero que a pesar de ello sigue inexplorado, es el aspecto de la transmisión intergeneracional de traumas. Puede haber muchos miedos, creencias, emociones no manejadas, o patrones dañinos que hemos aprendido de antes, o incluso que vienen de muchas generaciones atrás en nuestra familia, y que hoy en día ponen obstáculos a nuestro bienestar.

El propio Freud dijo que «ninguna generación es capaz de ocultar a la que le sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad”. Nuestra intuición, en el fondo, siempre sabe cuando algo podría estar mejor, cuando algo anda mal o está doliendo de alguna manera. Es decir que, por mucho que en un principio pueda resultar incómodo o doloroso, es importante que aprendamos a darle lugar a nuestras emociones, que aprendamos a procesar y entender los sucesos dolorosos de nuestro pasado, tanto personal como familiar. Ya que cualquier cosa dolorosa que intentemos ocultar o enterrar, o “parchar” con comida u otros placeres momentáneos, se queda ahí haciéndonos daño e incluso es transmitido a generaciones futuras. Para quienes vivimos con una condición crónica como la diabetes, pueden existir muchos miedos aprendidos, traumas o vivencias dolorosas: por ejemplo, quizá un mal recuerdo de los pinchazos de insulina, o el dolor de haber perdido a un familiar por complicaciones diabéticas, o creencias acerca de los supuestos “límites” que nos pone el vivir con esta condición. Pero sólo aprendiendo, re-interpretando creencias limitantes, y reconectando con esta intuición podemos comenzar a volvernos expertos en nuestra salud y bienestar, esta transformación de creencias también forma parte de mis programas.

Hago énfasis en que esta intuición es un proceso de reconectar, después de que nos enseñan a desconectarnos, y que probablemente vivimos así por muchos años – hasta que algún momento de crisis nos hace conscientes de lo importante que es reaprender para estar en bienestar. Volviendo nuevamente al tema de la alimentación, por ejemplo nos enseñan desde jóvenes a normalizar sensaciones relacionadas con la comida, que en realidad no son adecuadas ni saludables: no es normal sentir agotamiento después de comer, sentirse hinchados y con desánimo, no es normal tampoco ignorar las señales de saciedad que nos envía nuestro organismo, ni tampoco “comer porque ya toca a esta hora”, en lugar de que el hambre naturalmente nos indique que queremos comer.

Somos mamíferos, y como tales, tenemos nuestra propia sensibilidad ancestral, la intuición que nos indica cuáles hábitos nos traen bienestar y cuáles nos traen malestares y complicaciones – el problema es que desde pequeños nos enseñaron a desconectarnos de esa intuición y hacer caso solamente a factores externos (que pueden ser el reloj con los “horarios de comida”, o los expertos que no necesariamente están bien actualizados, o “la condición que nos tocó por mala suerte”). Existe toda una resonancia límbica que debemos aprender a escuchar nuevamente (instinto y conexión con sensaciones puras), ver qué tipo de sensibilidad tenemos y para qué está ahí. Esta intuición la tenemos todos; y en los casos en que pudiera parecer que no está, más bien hay que explorar qué fue lo que sucedió en nuestro pasado y que nos llevó a “bloquearnos”.

A algunas personas se les puede dificultar hacer esta reconexión, porque en ocasiones es algo que “choca” contra otras cosas que nos han enseñado. En nuestros países y en el pensamiento Occidental, desde hace siglos la filosofía ha estado muy orientada hacia la razón, con el paradigma de que el ser humano debe buscar siempre tomar “decisiones racionales”. Y si bien es obvio que la razón y la lógica son importantes, estas ideas nos han llevado a menospreciar la emoción y su importancia: las personas no somos máquinas de cálculo que simplemente hacen memorizaciones mecánicas o procesos lineales, sino que somos seres complejos con capacidad tanto para la razón como la emoción e intuición ancestral. La información que nos dan nuestras emociones y nuestra sabiduría ancestral es importantísima, y esto forma parte de esta brújula interna con la que aprendemos a ser expertos en nosotros mismos.

Queda claro entonces que, si queremos realmente tener salud y bienestar, no podemos poner este objetivo en manos de quien sea “allá afuera”: ni médicos o personal sanitario, ni la última “dieta de moda” que seguimos pero no nos molestamos en entender, o expertos que seguir sin cuestionarse. Esto es aplicable a todas las personas del mundo, pero en especial si se vive con una condición crónica como la diabetes. Es responsabilidad sólo nuestra el tomárnoslo en serio y en conciencia, aprender paso a paso, y mediante este proceso volvernos los expertos en nuestra propia salud para vivir en bienestar. De esta manera nos empoderamos, en lugar de estar “en manos del sistema”. El sistema sanitario, lamentablemente, aún opera bajo una mentalidad paternalista, tratándonos como “pacientes” o “gente enferma”, y la mayoría de las veces no nos escuchan ni acompañan. ¡Esto puede ser increíblemente frustrante y yo misma lo he vivido!…

Reconectando con nuestra intuición y aprendiendo es como tomamos nuevamente las riendas de nuestro cuerpo, mente y bienestar. Y en el caso de quienes vivimos con diabetes, conseguir así la verdadera normoglucemia, que es nuestro derecho. Esto es más fácil de realizar – así como más seguro y efectivo – de la mano de un profesional que no solamente ha vivido la misma situación, sino que es capaz de acompañarte en un empoderamiento, de igual a igual.

Mi experiencia y mis programas:

Soy Rosy Yáñez, soy Nutricionista con Doctorado, experta en Nutrición y Metabolismo, Diabetes, Alimentación Low-carb, medicación efectiva y ayuno intermitente.

Si quieres evitar o prevenir tener diabetes tipo 2, mejorar tu composición corporal tengas o no diabetes tipo 2, o si eres padre o madre de niños o adolescentes con diabetes o eres adulto con diabetes tipo 1 o tipo LADA y quieres seguir aprendiendo sobre el control adecuado de los niveles de glucosa en sangre, te invito a:

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