He hablado antes acerca de cómo la “grasofobia” en nuestra sociedad moderna, es uno de los mitos más persistentes y dañinos en cuanto a alimentación. Es decir, desde hace décadas se nos martilló en la cabeza el mensaje de que supuestamente “la grasa es mala, es dañina, hace engordar y taponea las arterias”. Y se hizo especial énfasis en demonizar el colesterol, un tipo de grasa importantísimo para nuestro cuerpo y su buena salud metabólica – tan importante que nuestro propio hígado lo fabrica también en cantidades importantes.
Sin embargo, las directrices oficiales en nutrición convirtieron a la grasa en el enemigo, y al colesterol en supuesto “responsable de las enfermedades cardiovasculares”, de las muertes por infartos y por enfermedad coronaria. Esto sucedió por una mezcla desafortunada de mala ciencia con intereses corporativos. Desde hace un siglo, comenzó a haber interés por descubrir las causas de los infartos y otras enfermedades cardiacas. Cuando una persona moría por infarto y los médicos analizaban sus arterias, descubrían que éstas se habían taponeado con grasa y colesterol. Entonces, siguiendo una línea de pensamiento que en esos días parecía “lógica”, creyeron que comer grasa y colesterol era lo que “taponeaba las arterias”.
Pero ahora, numerosos científicos están descubriendo que las cosas no suceden así: la grasa que comemos no se pega a las arterias porque sí. Es más complejo que eso. El principal problema es cuando existen procesos de inflamación y oxidación del colesterol – el colesterol oxidado es el que se convierte en un problema, sobre todo cuando existen en nuestro cuerpo procesos inflamatorios que, por simplificar la explicación, sucede sobre todo cuando existe hiperglucemia sostenida, o sea una elevada glucosa sanguínea durante meses y años. Es decir que el problema nunca fue el colesterol de la dieta ni la grasa saturada que comemos, sino que el verdadero problema es el consumo de carbohidratos y azúcares junto con la gestión inefectiva de medicación, ejercicio, estrés, etc.
Pero el daño estaba hecho, sobre todo porque al surgir el mito de que el colesterol “era el enemigo”, aparecieron las estatinas: fármacos que obligan al cuerpo a bloquear las vías metabólicas del colesterol y que fuerzan una “bajada” del colesterol en sangre. Han sido los fármacos más rentables de la historia, ¡y sin embargo está demostrado que apenas si ayudan en nada, salvo poquísimos casos puntuales!… Muchísima gente por todo el mundo ahora toma estatinas, arriesgándose a numerosos efectos secundarios y sin prevenir realmente ninguna causa de mortalidad.
Pagamos un precio muy caro por nuestra continuada “grasofobia” y por el miedo al colesterol de los alimentos. Desde hace cincuenta años nos vienen diciendo que evitemos las grasas, en especial las saturadas. Y dado que necesitamos obtener energía de alguna parte, la propuesta fue entonces que basáramos nuestra alimentación principalmente en carbohidratos: cereales sobre todo refinados y ultraprocesados, pero también granos enteros supuestamente “saludables”, y otros alimentos compuestos principalmente por glucosa. Y como dije, pagamos un precio caro: esta alimentación basada en carbohidratos, azúcares y comestibles procesados ha ocasiado los últimos 200 años, y sigue está provocando una explosión en los casos de diabetes tipo 2, obesidad, cardiopatía, nefropatía, daños cerebrales y cognitivos, etc.
Y sin embargo, mi práctica clínica y la de otros especialistas, así como mi propia experiencia con mi salud y bienestar (viviendo con diabetes tipo 1 desde hace veintiséis años) me refuerzan cada vez más este aprendizaje: la grasa (incluyendo la saturada y el colesterol) y las proteínas deberían ser nuestra principal fuente nutricional de energía, en lugar de la glucosa proveniente de carbohidratos. Más aún, el colesterol es una molécula fundamental para la vida: partes muy importantes de nuestras células están hechas de colesterol, así como una buena parte de nuestro cerebro. Sin un nivel adecuado de colesterol en nuestro cuerpo, todo el metabolismo se sale de balance, nos descompensamos hormonalmente, y a la larga las capacidades cognitivas pueden afectarse.
Los profesionales sanitarios han establecido – de manera casi arbitraria – un límite en los parámetros de colesterol en sangre (establecido en 200 mg/dL, y con el tiempo lo han ido bajando para vender más estatinas). Supuestamente, si nos excedemos de dicho límite tenemos el “colesterol alto” y entonces “estamos en riesgo cardiovascular”. Haríamos bien en cuestionar estos parámetros ya desde la base: siendo el colesterol tan importante para la vida y la salud, es saludable cuestionar a qué nivel llamarle “alto” o “bajo” y por qué. En otras palabras, aprender por nuestra cuenta y experimentar en nuestro propio cuerpo.
En una serie de artículos bastante completa, el divulgador científico Carlos Stro explica a detalle de dónde vino la mala ciencia que terminó por convencer al mundo de que el colesterol era el supuesto enemigo: de estudios epidemiológicos fraudulentos, mismos que hoy en día siguen apareciendo y que con frecuencia están abiertamente financiados por las grandes farmacéuticas que fabrican y venden estatinas. Explica y demuestra cómo es relativamente fácil manipular estadísticas y jugar con los números relativos, para crear estudios que parecieran demostrar los supuestos “enormes daños” de comer carne o grasas animales, y los supuestos “beneficios” de una dieta libre de colesterol. ¡Es descorazonador que en nombre de la ganancia económica, se siga produciendo tanta mala ciencia, que confunde fácilmente a la gente!
Y siguiendo estas mismas premisas equivocadas (las premisas grasofóbicas y colesterol-fóbicas), a quienes vivimos con diabetes tipo 1 frecuentemente se nos recetan también las estatinas, ¡hasta de manera “rutinaria” o “preventiva”, para disminuir el colesterol LDL!… Y esto es porque se asume que quienes vivimos con diabetes no podemos tener normoglucemia, ni tampoco una hemoglobina glicada HbA1c normal (<5,4%), y por lo tanto se asume un riesgo cardiovascular, ¡pero por las razones equivocadas!…. Es verdad que la persona con diabetes puede tener un elevado riesgo cardiovascular, pero esto sucederá debido a la hiperglucemia crónica y la inflamación a nivel celular, y no por la presencia de colesterol. Al hacer esto no se están individualizando los riesgos particulares de cada persona, y además, se opera desde la base de una premisa equivocada. De este modo, la “grasofobia” de nuestra cultura termina haciendo más daño aún, a quienes vivimos con diabetes. Nuestra salud y bienestar dependen en muchísimo mayor medida de la normoglucemia, y no de los “niveles de colesterol”.
Así pues, hoy en día existe un tipo de estudio médico llamado “angiografía coronaria por TC” (ATC coronaria). En esta analítica se utiliza una inyección de material de contraste con yodo, y una exploración por tomografía computarizada para examinar las arterias que irrigan de sangre al corazón, para así determinar si se han angostado debido a la acumulación de placa. Para interpretar esta analítica, la Society of Cardiovascular Computed Tomography ( sugiere una escala del cero al cinco (0-5) para medir el nivel de oclusión arterial, en donde “0” es el mejor resultado posible y que indica unas arterias totalmente desbloqueadas, y el “5” muestra un bloqueo total de al menos una arteria. Puede verse esta escala en la siguiente tabla, publicada por dicha institución en este artículo:

Fuente: Journal of Cardiovascular Computed Tomography.
En resumen, este tipo de prueba es una manera muchísimo más fiable de medir nuestro riesgo cardiovascular – mucho más de lo que el colesterol en sangre jamás lo fue. (Claro está, junto con la hemoblogina glicada HbA1c y la ratio HDL/TG de manera más general). A casi dieciseis años de seguir una alimentación muy baja en carbohidratos, en donde las grasas y proteínas reales han sido mi principal fuente de energía, además de vivir con diabetes tipo 1 desde hace veintiséis años, estos son mis gráficos:
Hemoglobina glicada HbA1c:

… En donde el nivel saludable y normoglucémico es de 5.4% o menos. Recordemos que la HbA1c es una variable que, además de predecir la aparición de diabetes de forma similar a la glucemia en ayunas, aporta una mucho mejor predicción de eventos cardiovasculares y de mortalidad por cualquier causa.
Aquí puede verse el gráfico de mi colesterol total y partículas LDL-C de 16 años con alimentación muy baja en carbohidratos, teniendo A1c normal:


… Lo que según muchos sanitarios, vendría a ser un nivel de colesterol “elevado”. Aprendiendo y experimentando en mí misma, ahora sé que esto en realidad es normal y saludable. Ahora hay estudios científicos que empiezan a fundamentar cómo con altos niveles de partículas HDL-C y triglicéridos bajos, independientemente del LDL-C, un individuo no presenta riesgo cardiovascular. Por lo tanto, dan por hecho demasiadas cosas al decir que el LDL-C puede ser un marcador válido. Lo que verdaderamente importa es (además de la normoglucemia y la hemoglobina glicada HbA1c), es la relación entre HDL-C y triglicéridos, aunque uno tenga el LDL-C elevado.
Éste otro era, en cambio, mi nivel total de colesterol cuando aún llevaba una alimentación alta en carbohidratos y no tenía normoglucemia:

… Cosa que los sanitarios verían como “bueno”, ¡pero que yo ahora sé – y que yo ya sentía desde entonces – que no me tenía en salud ni en bienestar!
Y éste es el resultado de mi reciente prueba angiografía coronaria por TC:

¿Cómo interpretar este resultado?… Además de la interpretación primordial de que mi salud y bienestar han aumentado considerablemente por esforzarme en conseguir normoglucemia y un nivel saludable de hemoglobina glicada HbA1c (4,4 a 5,3%), esto sucede “a pesar de” que mi colesterol total haya aumentado, y lo pongo entre comillas porque la mayoría de médicos aún piensan que tal cosa “no es saludable”. Con mis años de práctica clínica y sobre todo el aprendizaje en mí misma, en mi propio cuerpo, sé que mi salud y bienestar han aumentado considerablemente con estos niveles más altos de colesterol – siempre teniendo en cuenta la normoglucemia. Y ahora me lo demuestra la prueba de angiografía coronaria: tras diesciseis años de alimentación muy baja en carbohidratos, y que se pensaría como “elevada” en grasas y proteínas, mi nivel de bloqueo arterial es igual a cero, el más saludable posible.
Mi aprendizaje y mi práctica clínica, acompañando además a personas que viven con diabetes, me dejan claro que el grado de arteriosclerosis no está asociado con los niveles de LDL-C; que la esperanza de vida promedio de las personas con niveles de colesterol altos es igual a la de otros – y además depende en mucho mayor medida de otros factores, como la normoglucemia y evitar factores de inflamación.
Ésta es, por lo tanto, la gran prueba que confirma lo dicho: a mis 40 años de edad, casi 26 de vivir con diabetes tipo 1, y casi 16 años de alimentación muy baja en carbohidratos que me ha llevado a tener una A1c normal (entre 4,4 y 5,3%), he obtenido estos excelentes resultados, que me llevan a estar en salud y bienestar con todo y un nivel de colesterol elevado (según los parámetros oficiales, aunque bajo otra óptica podría considerarse individualmente normal).
Es de enorme importancia “resetear” cualquier noción negativa sobre el colesterol y la partícula que lo transporta, la LDL. Tanto el colesterol como sus partículas transportadoras (HDL y LDL) forman parte del diseño humano, y cumplen numerosas funciones de vital importancia dentro de él. Si vives con – o sin – diabetes, una buena forma de disminuir tu riesgo cardiovascular e inflamación de bajo grado es normalizar tus niveles de glucosa en sangre y tu A1c. Yo acompaño a muchas personas a lograrlo, a través de mis programas de acompañamiento y seguimiento.
Mi experiencia y mis programas:
Soy Rosy Yáñez, soy Nutricionista con Doctorado, experta en Nutrición y Metabolismo, Diabetes, Alimentación Low-carb, medicación efectiva y ayuno intermitente.
Si quieres evitar o prevenir tener diabetes tipo 2, mejorar tu composición corporal tengas o no diabetes tipo 2, o si eres padre o madre de niños o adolescentes con diabetes o eres adulto con diabetes tipo 1 o tipo LADA y quieres seguir aprendiendo sobre el control adecuado de los niveles de glucosa en sangre, te invito a:
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Comentarios
1 comentario
Soledad Santander
Te felicito Rosy!!!