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Colesterol y Diabetes

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¿Cómo podríamos explicarnos que existen pueblos y países donde tienen dietas muy altas en grasas saturadas (por ejemplo grasas animales naturales, aceite de oliva o de coco, etc.) y sin embargo tienen tasas bastante bajas de enfermedad cardiovascular?…

Llevamos décadas inundados de información obsoleta, que fue creada basándose en estudios mal hechos o mal interpretados… y que llevaron a los expertos en salud y los sistemas de salud de todo el planeta, a repetir el mito de que el alto consumo de grasas en general – y colesterol en particular – eran los responsables de enfermedades cardiovasculares; y que por lo tanto, para reducir la enfermedad cardiovascular había que dejar las grasas y comer en su lugar más carbohidratos (cereales, harinas, patatas, etc). Sin embargo, el alto consumo de grasas saturadas, y el colesterol, nunca fueron la causa de las enfermedades cardiovasculares. El colesterol en la alimentación fue malignizado como responsable de enfermedades… pero todo ello basado en estudios que nunca tuvieron un buen sustento científico.

Mi experiencia viviendo con diabetes, el colesterol en la alimentación, y mi salud.

Vivo desde hace 25 años con Diabetes Tipo 1 (DT1). En ese tiempo; tuve primero diez años de alimentación tradicional alta en carbohidratos, y control glucémico tradicional o recomendado, y probablemente durante esos años tuve un mucho mayor riesgo cardiovascular. Ya que seguí las recomendaciones tradicionales, basadas en el supuesto “conocimiento convencional” que me decía que debía comer menos grasas y más carbohidratos. Durante ese tiempo, seguí teniendo dificultades para controlar mis niveles de glucosa en sangre, ya que seguía presentando las “subidas y bajadas” con que lidian las personas con diabetes que siguen tales recomendaciones; y aunque en general estaba sana, yo en el fondo sabía que podía estar mucho mejor.

En comparación, los últimos quince años de mi vida he realizado una alimentación lowcarb, alta en grasas naturales incluyendo colesterol (por ejemplo aceite de oliva, grasas animales reales, de buena calidad); y he conseguido mantener niveles de HbA1c normal (entre 4,4-5,3%, como si no tuviese diabetes). Sin embargo, los niveles de colesterol total fueron más altos. Esta preocupación me llevó a hacerme pruebas cardiológicas, en las que comprobé que a pesar de mis años con DT1 no tengo ni siquiera indicios de ateromas; lo que comprueba lo que dicen los nuevos estudios, sobre que la inflamación y el riesgo cardiovascular en la DT1 está provocada más por la hiperglucemia sostenida en el tiempo de forma crónica (ocasionada por una alimentación alta en hidratos), que por niveles “altos” en colesterol. Además, los estudios dicen que es más importante evaluar la fracción de colesterol (LDL, HDL, ApoA y ApoB) que sólo el colesterol total para evaluar el riesgo cardiovascular. Hasta la fecha no tengo tampoco complicaciones diabéticas, y ayudo a otros a llevar dietas bajas en hidratos, que normalicen sus niveles glucémicos.

¿Cómo fue que surgieron las recomendaciones erróneas?

Hace varias décadas, diversos estudios basados sólo en observaciones, como el reporte McGovern y el estudio de varios países que realizó el Dr. Ancel Keys, erróneamente concluyeron que había que disminuir el consumo de grasas saturadas (así como cambiarlas por aceites vegetales), y aumentar el consumo de carbohidratos. El problema es que cuando un estudio está basado solamente en observaciones; existe un alto riesgo de que los autores del estudio estén ignorando elementos importantes que podrían cambiar su interpretación de los datos… o incluso, que ellos quieran forzosamente “demostrar” una cierta conclusión preestablecida, que compruebe lo que ellos mismos previamente quieren que los datos digan.

Fue lo que efectivamente sucedió con los estudios del Dr. Keys y del reporte McGovern: concluyeron erróneamente, basándose sólo en observación, que las grasas saturadas y el colesterol aumentaban el riesgo cardiovascular; de ahí se derivó la que ahora conocemos como “pirámide nutricional”, y la recomendación de comer más carbohidratos. Y a partir de dichas recomendaciones, gente por todo el mundo ha estado comiendo menos grasas (o sustituyendo las grasas naturales por grasas artificiales, vegetales o trans); y sin embargo los índices de enfermedad cardiovascular siguen aumentando.

Hubo sin embargo, investigadores que se oponían a tales recomendaciones: los disidentes como John Yudkin, quien culpó al azúcar de los problemas de salud de los norteamericanos modernos; o Thomas Cleave, quien sabiamente dijo que “es absurdo culpar a los alimentos antediluvianos por enfermedades recién desarrolladas”.

Ya empiezan a surgir estudios más recientes que contradicen el conocimiento “convencional”, dándole la razón a gente como Yudkin y Cleave; demostrando que el colesterol por sí mismo no es un problema y tampoco causa problemas cardiovasculares. Además, bastaría observar lo que está sucediendo en lugares específicos donde la salud cardiovascular de la gente sigue siendo mucho mejor: franceses, españoles y suizos, por ejemplo, tienen dietas tradicionales muy altas en grasas naturales (por ejemplo quesos, carnes, aceites ancestrales como el de oliva, grasas de cerdo o vaca, etc.), y tienen mucho más bajos índices de enfermedad cardiaca que los estadounidenses, quienes tradicionalmente llevan dietas muy altas en carbohidratos intentando seguir el consejo de “reducir las grasas”. O pensemos en los pueblos que ancestralmente han vivido muy cerca del Polo Norte y cuyas dietas se componen, prácticamente, de sólo carnes y grasas animales (de ballena, foca, etc.); sin embargo son longevos y con muy bajos índices de infartos u otros problemas cardiacos.

El colesterol es, de hecho, necesario para sobrevivir. Una buena parte del cerebro está hecha de colesterol, y su consumo saludable dentro de una alimentación en base a comida real y natural, puede incluso prevenir infecciones. No hay ninguna asociación con enfermedad cardiovascular. Comer una alimentación alta en grasas naturales reales, y baja en hidratos, puede mejorar increíblemente los niveles de colesterol HDL y triglicéridos (TGC), y la ratio entre estos (TGC/ colesterol HDL) se ha visto que tiene evidencia científica para evaluar el riesgo cardiovascular, junto con los niveles de hemoglobina glicada HbA1c, niveles de insulina en personas sin diabetes, perímetro de cintura, entre otros factores con más fuerza como la frecuencia de actividad física realizada.

Recomendaciones o conclusiones:

👩🏻‍💻 Soy Rosy Yáñez, nutricionista doctorada, especializada en diabetes y lowcarb. Si quieres aprender más sobre LOWCARB en diabetes junto con mi experiencia personal y profesional, te invito a que visites mi Programa exclusivo de 6 semanas: https://diabetesbien.com/invitacion-programa/

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