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¿Son necesarias las frutas si vives con diabetes o resistencia a la insulina?

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La industria alimentaria, los organismos internacionales de salud, y muchos profesionales médicos – todos ellos guiados, en muchas ocasiones, por premisas equivocadas – se han encargado de meternos en la cabeza que las frutas supuestamente “son esenciales”. ¿Pero lo son realmente?

Ante todo, deberíamos separarlas en nuestra mente de las verduras. Pues por lo general nos venden la idea de las “frutas y verduras” en el mismo saco psicológico; tanto así que dicha frase se ha convertido en un cliché, por todo el mundo y en todos los idiomas: “come frutas y verduras”, “hay que comer muchas frutas y verduras”, ¡poniendo incluso a las frutas primero, como si fueran ya no igual de importantes que las verduras, sino más importantes aún!…

Pero, ¿qué es una fruta y qué es una verdura?… Para mucha gente el criterio pareciera ser solamente “el sabor dulce”; y distinguen en su mente a las frutas de las verduras tan sólo con que las primeras saben dulces y las segundas no. Y esto es sólo parcialmente cierto (debido al contenido de azúcar de la mayoría de las frutas, del que hablaré más adelante); pero además no debería ser – ni mucho menos – el único criterio relevante aquí. Si queremos lograr objetivos concretos en nuestra salud y bienestar, se empieza por aprender: qué es una fruta y qué es una verdura, e incluso dentro de todo este reino vegetal que tenemos catalogado como “verduras”, hay que saber distinguir entre raíces, hojas verdes, tubérculos, etc., saber distinguir entre “frutas” y “frutos secos”; así como saber separar todo esto de los cereales que, a pesar de venir de plantas también, son una cosa totalmente aparte y que no conviene consumir.

Por ahora, lo importante a saber de las frutas es que son la parte que contiene las semillas de diferentes plantas que florecen, crecen exclusivamente en la superficie de la tierra (no debajo), y muchas de ellas tienen un sabor dulce – aunque no todas, y también dependiendo de su maduración, especie, etc.

¿Es necesario consumir frutas?… En realidad, no lo es. Ningún nutriente esencial existe solamente en las frutas. Esto puede suponer un “shock” para mucha gente, pues durante décadas y desde que somos muy pequeños nos han martillado en la cabeza la supuesta “necesidad y grandes beneficios a la salud” de comer frutas, muchas frutas, a todas horas y sin límite. Pero la realidad es que todas las “propiedades maravillosas de las frutas” las tienen también las verduras (sobre todo de hoja verde), y en mayor cantidad. Todas. Además, la fruta presenta muchos inconvenientes que las verduras no tienen.

Más allá de preguntarnos si tal o cual tipo de comida es “necesario”; es más útil para nuestro aprendizaje el pensar en términos de nutrientes: aprender cuáles son los macro- y micronutrientes esenciales que nuestro cuerpo necesita. Por mencionarlo de una forma muy superficial, nuestro cuerpo necesita proteínas (completas, con todos sus distintos aminoácidos esenciales), ácidos grasos esenciales (omega 3 y 6), y varias vitaminas y minerales. Explicar cada uno de estos elementos a detalle nos da para varios libros (además de que cada uno tiene sus propias complejidades, ¡además de que interactúan unos con otros en su absorción y utilización!); pero por el momento hay que quedarse con la idea de que ninguno de estos nutrientes esenciales está presente exclusivamente en las frutas.

Nos han vendido la idea de que hay que “consumir tal fruta, porque contiene X vitamina, que es buena para…”; pero la realidad es que todos los nutrientes o vitaminas que puedan tener las frutas (y eso sólo en el mejor de los casos, ya que los contenidos de nutrientes dependen de muchos factores de cultivo y maduración), los tienen también las verduras en igual o mucho mayor cantidad, y sin presentar el inconveniente del azúcar y especialmente de la problemática fructosa. Aún en personas sin diabetes, no recomiendo el consumo de frutas; pero éstas son especialmente problemáticas para quienes vivimos con diabetes.

Como vengo mencionando, las frutas presentan el enorme inconveniente de un alto contenido de azúcar, especialmente las frutas modernas. Han sido cultivadas y modificadas durante siglos para ser así: cada vez más dulces y jugosas; con menos contenido relativo de fibra y más de fructosa, con semillas cada vez más pequeñas o inexistentes, y cáscaras suaves y comestibles. Para mucha gente es una sorpresa enterarse de que las frutas salvajes eran totalmente distintas a las que conocemos ahora. Las frutas con las que evolucionaron nuestros ancestros (y esto solamente en las pocas regiones y temporadas en que había siquiera frutas disponibles) eran en general mucho más pequeñas, ácidas o amargas, con semillas grandes y cáscaras duras. Las hemos modificado inmensamente, hasta convertirlas casi en “dulces vegetales”.

Lamentablemente, nos han vendido con tanta fuerza la idea de las frutas como “saludables”, que mucha gente cree que el azúcar de las frutas es “diferente” o “mejor”, o que “es bueno, porque está presente en las frutas”. Nada más lejos de la realidad. Los azúcares contenidos en las frutas son “tan azúcares” y tan dañinos como cualquier otro; pues se trata de las mismas sustancias (mezcla de glucosa y fructosa en diferentes proporciones). ¡Imaginemos lo equivocada y dañina que resulta entonces la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, de comer “cinco frutas y/o verduras diarias”!… Una persona con diabetes que siga esta recomendación, prácticamente se garantiza anormalidad glucémica constante y con el tiempo, complicaciones a la salud.

Concretamente la fructosa, es un compuesto que merece una mención aparte. Nuestros ancestros de los tiempos prehistóricos, antes de la agricultura, no tuvieron nunca acceso a cantidades significativas de fructosa. Este tipo de azúcar en particular era tan raro y tan difícil de encontrar en la naturaleza (recordemos nuevamente, que las frutas antes eran estacionales, locales y también menos dulces); que nuestros cuerpos de hecho no evolucionaron con ningún receptor celular para la fructosa. Es decir: nuestras células no tienen siquiera los receptores para identificar a la fructosa (como sí los tienen para la glucosa), por lo que este tipo de azúcar sólo puede metabolizarse en el hígado, donde causa un montón de problemas a la salud si se consume por encima de una pequeña cantidad. Esta falta de receptores para la fructosa en nuestro cuerpo, es la prueba más clara de que nuestros ancestros no evolucionaron comiendo frutas en ninguna cantidad significativa: sólo las muy pocas que había durante breves temporadas al año, y sólo en ciertos lugares.

Dado que solamente puede ser metabolizada en el hígado, la fructosa encaja perfectamente en la descripción de toxina: ya que una toxina es cualquier sustancia que resulte dañina para nuestro cuerpo por encima de una cantidad mínima, y de la que solamente el hígado puede “deshacerse” o procesar. Por lo que comer frutas, especialmente para quienes vivimos con diabetes, significa una constante elevación de azúcar en sangre, cosa que ya es problemática incluso si se tratase solamente de glucosa – pero conteniendo además fructosa, que presenta su propia serie de daños concretos al hígado. Por ello resulta triplemente lamentable que ahora se le añada jarabe de maíz de alta fructosa a un sinnúmero de comestibles procesados, tema que ya he tocado antes.

Por todo ello, por ser innecesarias para la salud y por sus potenciales daños, no recomiendo comer frutas; pero también debo resaltar que es especialmente problemática la práctica de beber zumos o jugos. Cuando convertimos una fruta en zumo o jugo, nos deshacemos de la única parte rescatable o medianamente buena de las frutas (la fibra naturalmente presente) y en cambio nos bebemos el azúcar puro, ¡un veneno para nuestro organismo!…por supuesto que tampoco lo recomiendo para tratar hipoglucemias de forma efectiva.

Todas las frutas, en mayor o menor medida, pertenecen al tipo de alimentos de alto índice glucémico, cuyo consumo aumenta de forma severa la glucosa en sangre. Son azúcares que se absorben con gran rapidez, lo cual no es nada bueno para nadie e imposibilita la tan ansiada normalidad y estabilidad glucémica si se vive con diabetes. Además, todos los azúcares provocan en nuestro cuerpo una mala señalización hormonal, así como la glicación de proteínas (la glucosa se adhiere a las proteínas, inutilizándolas). De nuevo, la fructosa especialmente es un gran disruptor metabólico, que provoca en nuestro cuerpo todo un desequilibrio en los ejes hormonales y los procesos metabólicos.

Existen sólo unas pocas excepciones de frutas que contienen un bajo índice glucémico, y cuyo consumo puede ser más benigno; se trata de los cocos, aguacates y frutos secos (almendras, nueces, etc.) Estos tres son peculiares y son únicos en un aspecto: la mayor parte de su contenido calórico viene en forma de grasa; son “frutos grasos” en lugar de “azucarados”, esto los vuelve más recomendables y coherentes con nuestro organismo y su salud.

Ciertas frutas salvajes – casi exclusivamente moras de región y de temporada, que hayan sufrido poca o ninguna modificación humana – son también menos dañinas que las frutas modernas convencionales (las que encontramos en el supermercado); aunque ciertamente su consumo tampoco es necesario para la salud.

Nuevamente, y tal como mencioné en el artículo anterior, no nos sirve de nada discutir si una cosa es “natural” o “de origen vegetal”, etc. La fructosa es “natural”, y sin embargo es una toxina metabólica. Ha habido toda una serie de industrias,  y de consejos médicos y sanitarios equivocados, que nos han llevado a equiparar todo lo vegetal con “saludable”; sin dar matices y sin explicar particularidades, sin que nosotros nos ocupemos de aprender cuáles son los tipos de alimentos que nuestro cuerpo realmente necesita y por qué. Más que hablar de “natural”, se trata de la coherencia con nuestra genética; y el consumo de frutas, pero especialmente las frutas modernas, no es coherente con nuestros genes y lo que ellos esperan para estar en salud y bienestar. Recuerda que si deseas seguir aprendiendo sobre esta coherencia en salud, el acompañamiento de un profesional que también viva dicha coherencia en carne propia, es lo más seguro y efectivo.

Mi experiencia y mis programas:

Soy Rosy Yáñez, soy Nutricionista con Doctorado, experta en Nutrición y Metabolismo, Diabetes, Alimentación Low-carb, medicación efectiva y ayuno intermitente.

Si quieres evitar o prevenir tener diabetes tipo 2, mejorar tu composición corporal tengas o no diabetes tipo 2, o si eres padre o madre de niños o adolescentes con diabetes o eres adulto con diabetes tipo 1 o tipo LADA y quieres seguir aprendiendo sobre el control adecuado de los niveles de glucosa en sangre, te invito a:

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