Desde hace algunas décadas existen los edulcorantes como alternativas al azúcar para endulzar alimentos o bebidas. Son sustancias que endulzan un alimento pero sin aportar calorías, o aportándolas en cantidad muy reducida. Existen varios tipos, que tendrán efectos distintos en nuestro cuerpo; siendo algunos más adecuados que otros, en especial para quienes vivimos con diabetes. Es importante aprender al respecto, ya que con el tema de los edulcorantes, nos daremos cuenta una vez más de que no existen las soluciones “milagro”: los productos que sean comercializados como “alternativas saludables” no necesariamente lo son, o bien pueden tener otros efectos en nuestro cuerpo, por lo que es importante educarnos y adquirir conciencia de su uso: ¿cuáles edulcorantes puedo utilizar, y como alternativa a qué o en lugar de qué?
Es importante tener en cuenta que la mayoría de los edulcorantes son productos sintéticos, que no existen como tal en la naturaleza. Pueden dividirse en nutritivos (que aportan energía) y no nutritivos (no aportan energía). Algunos de los no nutritivos más comunes son:
- Aspartamo
- Sacarina
- Acesulfamo
- Sucralosa
- Ácido ciclámico
Entre los nutritivos encontramos:
- Fructosa – se transforma en glucosa en el hígado, y puede causar aumento de peso.
- Azúcares alcohol o polioles (manitol, sorbitol, xilitol, malitol y lactitol). Se convierten también en fructosa y glucosa en el hígado. En grandes cantidades pueden causar malestares digestivos, dolores abdominales y diarrea.
Si bien los edulcorantes no nutritivos son los que generalmente se tienen como “permitidos para personas con diabetes” al no aportar calorías o no afectar directamente los niveles de glucosa en sangre, es muy importante tener en cuenta que son sustancias artificiales que pueden tener otros efectos nocivos a la salud. El aspartamo (o aspartame) por ejemplo, es uno de los edulcorantes más conocidos, sin embargo se ha propuesto una posible relación entre su uso y el riesgo de desarrollar cáncer – aunque esto aún se debate y depende de las cantidades consumidas. Muchos de ellos también pueden ser adictivos.
Además, aun si un edulcorante no afecta directamente la glucosa en sangre, al no tener un efecto inmediato de hiperglucemia; no deja de ser un producto sintético (la mayoría de ellos creados en laboratorios) que afectará nuestra respuesta glucémica de otras maneras, además de tener otros efectos nocivos a largo plazo. Afectan la microbiota intestinal, lo cual a fin de cuentas tendrá efectos de manera indirecta en cómo nuestro cuerpo responde a la insulina y a la glucosa de otros alimentos. Son aditivos en sí mismos y, a la vez, un producto con edulcorantes casi siempre tendrá añadidos otros aditivos, que tendrán efectos nocivos a largo plazo en nuestra salud.
¿Cuál edulcorante puede ser mejor – más adecuado o menos dañino – para personas con diabetes?… Entre los edulcorantes disponibles, el stevia y el eritritol son de los que menos efectos tienen en la microbiota; aunque por supuesto esto depende de su calidad y pureza, así como la cantidad consumida. Además, stevia y eritritol entran en la categoría de los edulcorantes nutritivos, aunque su aporte calórico es muy reducido, por lo cual deberán ser utilizados con conciencia y moderación.
El uso consciente: ¿edulcorantes como sustituto de qué?
Hace algunas décadas, comenzaba en Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo industrializado una crisis de salud pública, derivada sobre todo de la mala alimentación: alta en azúcares, carbohidratos y alimentos procesados. Buena parte de la población comenzaba a ganar peso, desarrollar diabetes tipo 2, y con ello problemas de corazón, riñones, etc. Llegó entonces la búsqueda de soluciones y alternativas que le permitieran a la gente seguir comiendo “como siempre”, con los alimentos y sabores a los que el paladar ya estaba acostumbrado.
Inició por ejemplo la moda de los alimentos industrializados “light”, que supuestamente eran una alternativa “saludable” a ciertos productos. Sin embargo, que algo ponga “light” en el empaque, de inicio no nos dice nada. “Light” puede significar azúcar reducido, o sin azúcar, o puede significar sin grasa. En este último caso, resulta engañosa la etiqueta de “light”, pues suele ser el caso que la falta de grasa se compensa añadiendo más azúcar. Siempre es recomendable por lo tanto mirar los empaquetados y las listas de ingredientes, ser consciente de qué sustancias específicas estamos consumiendo y en qué cantidades. Otros productos anunciados como “light” contienen edulcorantes, y nuevamente, es importante saber cuál.
Con los edulcorantes en general, debemos llevar un uso consciente. En los 80s y 90s se llegó a abusar de ellos, pensando que habían llegado como una “solución milagrosa” y un “sustituto saludable” al azúcar convencional, lo cual tampoco es acertado ya que los edulcorantes son, nuevamente, productos sintéticos que suelen tener otros efectos nocivos en el cuerpo.
Una gran parte del problema es que simplemente, en nuestra alimentación moderna nos hemos sobre-acostumbrado al azúcar y a consumir con frecuencia cosas que tengan sabor dulce: ya sean bebidas, postres, tentempiés azucarados, golosinas, bollería, etc… Históricamente esto ha sido un gran cambio en nuestro paladar. Más allá de la leche materna – que tiene un sabor naturalmente dulce – nuestros ancestros prehistóricos solamente consumían cosas dulces en cantidades sumamente moderadas, y sólo en sitios donde estaban disponibles: ocasionalmente frutos o moras (que sólo existían por temporadas), ocasionalmente algo de miel por ejemplo… Pero en la naturaleza los azúcares sólo existían en cantidades limitadas, y así fue durante miles de años hasta que apareció la agricultura y se comenzaron a cultivar por ejemplo frutas más parecidas a las modernas. Hasta ese momento, la mayor parte de la alimentación humana consistía en carnes, pescados, otras grasas y proteínas animales, nueces y vegetales.
Dado que el azúcar es adictivo (muchos edulcorantes también lo son) y muchas veces lo consumimos como respuesta emocional ya que dispara serotoninas; es útil preguntarnos si la necesidad de consumir cosas dulces quizá está actuando como “tapadera” de otros problemas emocionales no resueltos, o si es una costumbre que viene desde la infancia y por ello asociamos el dulce con sensaciones de bienestar. Podría ser más saludable reducir la cantidad de cosas dulces que comemos o bebemos, limitando las cantidades de edulcorantes solamente a lo mínimo necesario y dándoles un uso consciente. Con los niños especialmente, es importante inculcar desde la infancia buenos hábitos, evitando que exista un sobre-acostumbramiento a lo dulce y evitando abusar de edulcorantes.
Ningún producto creado por el hombre es una “solución milagro” que sustituya a la educación y al aprendizaje para “comer lo que sea”, y menos aún si vivimos con diabetes. La humanidad sigue sin ser capaz de crear, en fábricas y laboratorios, ningún producto que supere a la comida real, con ingredientes de calidad, como la que habrían consumido nuestros ancestros.
Mi experiencia:
Soy Rosy Yáñez, Soy Nutricionista con Doctorado, experta en Nutrición y Metabolismo, Diabetes y Alimentación Low-carb.
Tengo veinticinco años viviendo con Diabetes Tipo 1 (DM), y desde hace quince años logro tener niveles glucémicos normales, sin ninguna complicación diabética.
Hace 15 años fui bajando los hidratos de carbono en mi alimentación, de forma empírica y por decisión propia, cuando conocí al Dr. Stan de Loach quien me presentó la metodología del Dr. R. Bernstein para mantener normoglucemia a través de una alimentación baja en hidratos y desde allí he mantenido valores de hemoglobina glicada (HbA1c) entre 4,4 y 5,3%. He creado mi propia metodología a partir de mi experiencia profesional y personal, priorizando la nutrición y salud de forma integral.
Actualmente, a mis 39 años de edad, paso la mayor parte del tiempo en rango glucémico normal (71-99 mg/dl), no tengo sobrepeso, me siento fuerte, saludable, activa y físicamente capaz de hacer lo que me proponga, no tengo ninguna complicación diabética diagnosticada. Y soy feliz.
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